Los días de sol y luminosidad el visitante es testigo de la visión especular, en simetría inversa, de las catedrales sobre el Tormes. Es el perfil patrimonial de la ciudad (skyline) que el imaginario común asocia al binomio ciudad-río.

En la tarde se asiste al encendido de la iluminación artística de las catedrales, que transita de una luz verdeante a una claridad luminosa. De igual modo se puede contemplar el Puente de Enrique Estevan, con un singular punto de fuga hacia la margen derecha del río y, en la noche, acceder a su personalidad luminosa de hierro y granito.

El río ha mudado su piel desde los años 70 del siglo XX, debido al fin de la actividad de los pastores, porqueros, ganaderos de la feria, areneros, molineros, curtidores o lavanderas, que mantenían el río libre de vegetación. Con un pasado desvestido de árboles, en la actualidad presenta una vegetación de ribera compuesta por espadañas, carrizos, sauces, chopos, álamos, fresnos y alisos.

La atmósfera es arbórea, tanto desde el punto de observación como de la propia cuenca visual. Es uno de los escenarios más vivos y dinámicos ya que refleja la fenología estacional (cambios en la naturaleza), tanto desde el hecho visual como el sonoro.